5 dic 2013

LA IMAGEN DE CAMARÓN II. 5 DE DICIEMBRE 2013


Cap. 15. La aparición de San José Monge Cruz.
                La incredulidad y el ateísmo era manifiesto en Tío Luis de la Esperanza. Nunca dio sentido a esas apariciones religiosas paranormales. Sólo aceptó la existencia de seres de otro mundo cuando fue testigo presencial  del  O.V.N.I. que tomó tierra en la plaza de Cascorro para traerle una guitarra al Ratón de Lavapiés en su octavo cumpleaños. Eso sí, nunca se aclaró que había tomado ese día.
                En cierta ocasión, antes de celebrarse el 50º aniversario del nacimiento de Camarón, estaban todos de fiesta en la taberna de Curro. Poco a poco, entre cante y cante,  la conversación  fue derivando hacía la devoción mariana, que si las vírgenes, que si la imagen milagrosa del santo tal, que si fray pascual, la Semana Santa… y Tio Luis se reía y se mofaba de todos diciéndoles que no le contaran milongas, que al único santo a quien podía adorar era el “Monstruo”: “Estoy convencido de que todo son patrañas para engañar al pueblo y cuando la gente no tiene esperanza, y más en tiempos de crisis, los creyentes  se aferran a lo que sea. Además, las religiones están hechas para mantener callado al pueblo y que no reviente y acabe con todo.” Además de cierta gracia tenía toda la razón en la retaíla de su soflama.
Como digo, la noche iba transcurriendo entre las saetas ateas y las blasfemias de los unos y los otros  hasta que Curro de Lavapiés se quedó sólo con sus íntimos compinches de juergas, Tio Luis de la Esperanza, el primo Paco Príncipe y Antonio el de Villalba. Ninguno de los cuatro era hombre de fé aunque el más respetuoso con las creencias ajenas era Antonio quien decía a Luis: “¿Sabes lo que tenía que sucederte para que no te cachondearas tanto y fueras más respetuoso? Que se te apareciera Camarón.” Luis se reía mas todavía mientras imploraba como un poseso: “San Camarón, ven y hazme ver que estoy ciego y soy un pecador”. Curro le recriminaba: “Venga tío, tampoco te pases, una cosa es una cosa y otra que seas tan mala persona.” Luis no paraba: “San Camaroncito, haz un milagro y dame algo de tu sabiduría flamenca.”
De repente se fue la luz. “Hostias”, dijo Antonio, y Luis seguía diciendo paparruchas preso de un ataque de hilaridad: “Ya viene, ya está aquí...ja, ja, ja...” Durante el corto apagón en un rincón del bar se vió un fogonazo. El destello dio forma por un instante al espectro de una figura humana con barba. Los presentes se quedaron mudos y tras trastear en el registro de luces de la taberna para recuperar la luz, se acercaron a la esquina donde estaba la máquina tragaperras, el haz luminoso había salido de allí. Corrieron la máquina y en la pared apareció una mancha que era la mismísima cara de Camarón. Había que ver la expresión de los contertulios. Ninguno de los cuatro salió de su mutismo y Tio Luis de la Esperanza, además de mudo, estaba lívido. Cogió el portante caminito de su casa sin abrir la boca despidiéndose de los allí presentes con un mínimo gesto con la mano. Los restantes volvieron a colocar la tragaperras en su sitio y ninguno se atrevió a hablar de lo sucedido.
Estaba claro que el apagón fue debido a un cortocircuito en el enchufe viejo pero decidieron mantenerlo en secreto no fuera que el bar se convirtiera en un lugar de peregrinación tipo Virgen de El Escorial. Desde ese día la máquina ha estado allí, sin funcionar y tapando la supuesta aparición de San José Monge Cruz. Cuando alguien quería jugar Curro le decía que en su taberna no se daba a las maquinitas, que estaba en contra del vicio que hacía perder el dinero a las mujeres que iban a la compra por las mañanas, o se inventaba cualquier otra cosa. Nadie volvió a conectar la máquina, la tragaperras no se movió mas de sus sitio y al trozo de pared nunca se le volvió a dar ninguna mano de pintura.
A partir de ese día Tío Luis ya no gastó ningún tipo de broma sobre la religión, ni siquiera cuando en Venezuela dijeron que la cara de Chávez se aparecía en las paredes del metro. Curro se metía con él y le recriminaba con sorna: “Luisito, ¿es que tú no crees en los pajaritos?”. “Que cabronazo eres, picha”, le contestaba el otro y cambiaba de tema.
Cartel promocional de "Camarón Nuestro"
Fotografía tomada  en Lavapiés
por Luis Chaves
Supimos que ese año Antonio Villalba, ahora conocido como Antonio Valentín,  cantó en Jerez su primera saeta desde su “visión atea”.  Después pasaron los años y  se habló de canonizar a Camarón para convertirlo en San José Monge Cruz, patrón de todos los flamencos. Curro, Antonio, Paco y Luis  llegaron al acuerdo tácito de guardar al mundo su secreto. 
 Pd. Capítulo perteneciente a la serie inédita "Flamenco del siglo XXI".
Aunque este relato alguna vez pudiera ser verdad seguiriamos siendo Ateos y Laicos gracias a Camarón.